domingo, 9 de mayo de 2010

Las Soledades de Góngora. / Lo literario.


Resulta oscura la obra poética de Góngora, y al usar la palabra “oscura” se trata de una incomprensión de ella. El uso de muy adornadas y excesivas, sin dejar de ser hermosas, metáforas, el cambio de la sintaxis y las oraciones incidentales que separan al sujeto del predicado dificultan la comprensión y la lectura.

Las Soledades, de Góngora, escritas en silvas, que es un construcción métrica donde ordinariamente se alternan versos endecasílabos y heptasílabos. Las Soledades, las dos estructuras poéticas de Góngora, bien podrían ser un pretexto para la descripción ornamental de la naturaleza. En las Soledad primera, los personajes viven en el anonimato y bien podrían ser sólo el pretexto para la descripción del paisaje. La naturaleza, con todos sus colores, formas y texturas, es el personajes de la primera Soledad. Las Soledades también son vista como un poema pastoril, siguiendo el ejemplo del periodo clásico.

Góngora buscaba obtener en su poesía destellos para justificar la continua tensión, así abrillantaba al grado máximo las emociones. Toso era en él un choque de descargas luminosas (un choque extravagante con la oscuridad de su poesía). Los colores usados por Góngora son reducidos, donde los matices usados (colores ennoblecidos) son expuestos de tal manera que pueden alcanzar “una esencialidad ultraterrena: no hay amarillo, sino oro; no hay blanco, sino nieve –o quizá marfil-; no hay rojo , sino púrpura o rubí; no verde, sino esmeralda; no azul, sino zafiro.”

La perífrasis en Góngora es usada como eufemismo. Huye de la palabra concreta para crear una imagen envuelta en descripciones. “Góngora siente la necesidad de comunicar a la representación del objeto una plasticidad, un coloreado relieve, un dinamismo que la palabra concreta no puede transmitir [...] responde a la misma razón que produce la metáfora.” Véase que al hablar de un macho cabrío Góngora dirá:

El que de cabras fue dos veces ciento,

Esposo casi un lustro, cuyo diente

No perdonó a racimo aun en la frente

De Baco, cuando más en su sarmiento...



Al hablar de unas vulgares gallinas:

...crestadas aves

cayo lascivo esposo vigilante

doméstico es del Sol nuncio canoro

y –de coral barbado-no de oro

ciñe, sino de púrpura, turbante.



Al describir una acción simple como poner a secar la ropa al Sol:

Desnudo el joven, cuanto ya el vestido

Océano ha bebido,

Restituir le hace a las arenas;

Y al Sol lo extiende luego,

Que lamiéndolo apenas

Su dulce lengua de templado fuego,

Lento lo embiste, y con süave estilo

La menor onda chupa al menor hilo.

El joven se quita la ropa mojada y la tiende para que el Sol de la mañana (un Sol que apenas calienta) la vaya secando. La palabra chupa puede verse un tanto vulgar pero en la estructura de estos versos resulta conveniente para describir cómo el Sol seca por completo las ropas del joven.

Góngora recurre al uso de elementos mitológicos. En la segunda Soledad, el amor, o sea Venus, también hija de la espuma, se les muestra propicia a los pescadores:

... por escultores, quizá, vanos

de tantos de su madre bultos canos

cuantas al mar espumas dan sus remos.

Los escultores vanos son los pescadores que con sus remos van dibujando ondas en el agua y en su trayecto en la nave van formando espuma.

La alusión a adagios es también común en la poesía de Góngora. El joven náufrago (peregrino le nombran muchos estudiosos) de las Soledades, ve a una labradora que le hace recordar a la mujer que lo ha llevado a la desventura. La amada es la azucena y la labradora es sólo la sombra del color de la flor, o sea, no es tan bella como la amada. El adagio al que ha recurrido es el de “latet anguis in herba, o, a la manera española, la serpiente está oculta entre las flores.” Al la sombra de una flor uno terminan pisando el recuerdo de una víbora.

... y en la sombra no más de la azucena

-que del clavel procura acompañada

imitar en la bella labradora

el templado color de la que adora-

víbora pisa tal el pensamiento...



La alusiones fabulosas son un recurso que Góngora utiliza mucho en su poesía. Pese a ser falsedades estás tienen como objetivo crear una verdad sustentada en la belleza. Su uso es estético. Se dice popularmente “ese caballo corre como el viento”, Góngora podría afirmar usando la hipérbole que el caballo “es el viento mismo”:

Miembros apenas dio al soplo más puro

del viento, su fecunda madre bella

-Iris, pompa del viento sus colores-

que, fuego él espirando, humo ella,

oro te muerden en su freno duro,

¡oh esplendor generoso de señores!



Bibliografía



- Alonso, Dámaso, Estudios y ensayos gongorinos, Gredos, Madrid, 1970.

- Riquer, Martín de y José María Valverde, Historia de la literatura universal: Reforma, Contrarreforma y Barroco, Tomo 5, Barsa Planeta, Barcelona, 2002.

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