sábado, 1 de agosto de 2009

Ortega y Gasset "La deshumanización del arte" / lo literario



No se puede considerar a Ortega y Gasset como un filósofo en el sentido técnico del término. Su tendencia es a usar cada motivo como trampolín para una galana fecundidad de ocurrencias sin sistematismo teórico.
Existen dos tipos de personas: las que son capaces de percibir y disfrutar, entender una obra de arte y los que no, y ésto no significa que estén en un nivel de comprensión más bajo, simplemente no tienen el don, como dice Ortega. Y es que debe de existir cierta sensibilidad para poder ser capaces de deshumanizar el arte, de verlo como algo en sí y no como una simple representación a la cual relaciono en el sentido de la realidad. ¿Es menor el arte que pretende hacerme, a mí lector, sentir identificado o que pretende en una totalidad ser representación de algo que es o puede ser muy cercano a mí, o sea algo real? Podría tratarse de recepción o percepción de mi parte como lector.
Y nos preguntamos, ¿por qué la deshumanización del arte?, sin duda resulta algo fuerte pensar en ello, ya que el arte en sí es creado por “humanos”, pero Ortega habla más bien de alejar de lo humano el objeto artístico. Al momento en que nos identificamos con el objeto ocurre una humanización de éste, pero al observar el objeto y verlo como un objeto artístico en sí, se deshumaniza.
Ortega hace un comentario que cito: “No es tan evidente como suponen los académicos que la obra de arte haya de consistir, por fuerza, en un núcleo humano que las musas peinan y pulimentan”. Y es esto fundamental de entender y tener en cuenta, ya que no se trata de estilizar lo humano, si no de estilizar para alejarse de lo humano. Esto de las musas resulta una idea romántica, y carente de sentido en el estricto argumento de que el arte es creación que requiere de todo un proceso pensado, analizado para tener como resultado una obra artística totalmente deshumanizada.
La visión del poeta como creador, como alguien que se encarga de aumentar el mundo mediante sus imágenes, me resulta hermosa, y me hizo pensar que hasta mis propios pensamientos son creaciones nuevas, ya que nadie piensa de la misma manera que yo. Nadie ama como yo, nadie muere como yo, y es el poeta, el escritor aquel que crea nuevos “territorios” para admirar. Las deformaciones hechas en su proceso de estilización son las creadoras de lo “desreal”, de aquello que reconozco pero que no aprecio en tanto su condición de cotidiano o de cercano, de humano a mí.
La impopularidad del arte nuevo, de la que nos comenta Ortega, basada en dos “castas”: la que gusta de ésto y la que no. Pero será que la impopularidad del arte nuevo radica en cierta aberración hacia lo que no entendemos. Por otro lado, están los artistas “nuevos”, creadores de un arte nuevo y me sirvo con el ejemplo de la poesía. Los nuevos poetas que realizan sus versos sin ningún reparo en forma o fondo, en musicalidad, ni siquiera en ritmo y que presentan como poema algo que bien pudiese parecer prosa mal renglonada o tres versillos donde no se encuentra lógica. Todo ésto explicándolo como una nueva forma de creación, totalmente desligada de las normas y cánones. Otros bien lo podrían explicar como la falta de talento para realizar un buen soneto o la ineptitud para lograr ritmo en la poesía. Sería cuestión de revisar todos los casos.
La metáfora es el arma más grande del ser humano, ya que nos lleva a lo irreal, a lo estético, a aquello que podría darnos cierta “humanización deshumanizada”. ¿Así se evita el dolor y el terror hacia la realidad?, quizá sí, porque la metáfora es aquello que mata lo natural, lo daña, lo altera.
Al final Ortega y Gasset, se ve muy cerca e pensar que el arte nuevo no ha producido, hasta su momento, algo que valga la pena. Y aunque el arte nuevo obtenga todas las objeciones, éstas no podrán ser condenadas, por más razones que se pudieran tener para hacer tal cosa.
Al final, resultó un ensayo detonador de mil preguntas y de millones de razonamientos y hasta comparaciones ejemplares. Y cabe de ser mencionado que el texto de Ortega resulta tan actual, bien podría ser citado en alguna edición crítica de una antología de poetas nuevos, de escritores nuevos, de artistas nuevos. Y del lado de las artes plásticas, sería prudente hacer un análisis de lo que ocurre, cuando un artista presenta en alguna exposición un objeto tan cotidiano como una caja de zapatos, al que se le agrega únicamente una firma. ¿Se está deshumanizando tal objeto?, ¿es una rebeldía ante los cánones estrictos del arte?, ¿es una nueva visión del objeto artístico o de las representaciones de la realidad?, ¿será acaso la imposibilidad del artista de generar ideas nuevas y su único recurso es crear imprudentemente controversia un tanto vulgar y hasta irrisoria?

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