sábado, 10 de octubre de 2009

San Juan de la Cruz y su erotismo místico / lo literario


El misticismo es, a grandes rasgos, la unión del alma con la divinidad. La poesía mítica muestra la búsqueda de esta unión. San Juan de la Cruz (Juan de Yepes), es por excelencia, junto Santa Teresa, uno de los poetas místicos más importantes. San Juan de la cruz, más allá de ser un santo es un poeta capaz de sentir el amor humano con la misma intensidad que el amor divino. Ambos amores: agaphi y eros se encuentran en unión dentro de la poesía mística. Refiriéndose a Dios no hay fronteras ni límites. Una condición para que un texto sea místico es que sea a su vez erótico, debe poseer una doble significación

.
Para narrar lo incomunicable, lo inexplicable (en este casi la unión con la divinidad), se debe trasladar. El traslado se trata de explicar aquello que es inefable con algo que es conocido o que está en el ámbito de lo humano. Por ello, se usa el recurso del lenguaje erótico. El erotismo y el goce sexual es algo que está dentro de las posibilidades humanas directas. Lo erótico es o puede ser vivido, conocido por el hombre. ¿Por qué mediante el lenguaje erótico y no con algún otro recurso?, porque el goce y el placer sexual es un sentir único y es vivido por cada persona de manera diferente. Igualmente no se puede explicar pero al ya haber sido vivido es fácil de comprenderlo.


La poesía de San Juan es un diálogo del alma, es el alma hablándole o buscando a su amado, o sea, Dios. Por ello en sus poemas el personaje principal tiene voz femenina, ya que está haciendo el papel del alma:
En una noche escura
Con ansias en amores inflamada
¡o dichosa ventura!
Salí sin ser notada
Estando ya mi casa sosegada.


El amor erótico en la poesía mística muestra el amor humano que a su vez muestra el amor hacia lo divino, es una transfiguración. Se ha señalado el amor en la poesía de San Juan como amor profano; se puede aceptar este término ya que la mística se salta el sistema (religión, iglesia) para entrar en contacto directo y sin intermediarios con la divinidad.
Durante la experiencia mística, la trasgresión opera en el centro mismo de la unión transformante de amor (amada en el Amado transformada), porque exige, ante todo, la superación de todo conocimiento en beneficio sólo del amor. Se produce lo que el cardenal Pierre de Bèrulle (1575-1629) llama una "destitución de inteligencia"

¡O noche, que guiaste!
¡O noche amable más que la alborada!
¡O noche que juntaste
amado con amada,
amada en el amado transformada!


En esa estrofa en el verso: amada en el amado transformada, se muestra la anulación del ser. En la entrega total los sentidos dejan de percibir lo que nos rodea, se pierde conocimiento de lo que es.
El ayre del almena quando yo sus cavellos esparcía
Con su mano serena
En mi cuello hería
Y todos mis sentidos suspendía.

En este otro verso se nota igual, otra suspensión pero esta vez de los sentidos, tenemos una suspensión como una pausa al sentir, pero del sentir del mundo.
Tenemos otra estrofa que al contrario, después del encuentro se otorga una nueva visión sensorial, como si los sentidos se avivarán al mundo:
En mi pecho florido,
Que entero para él solo se guardaba
Allí quedó dormido
Y yo le regalaba
Y en ventalle de cedros ayre daba.
“Es sólo a través y por medio del amor humano que uno llega a intuir y sentir el amor de Dios y a reconocer el hecho de que el amor humano es una profunda experiencia, tal vez la más profunda y creativa de todas, pues es ella la que nos da la vida y nos llora en la muerte” .
El amor trasciende a lo divino. Supera todo y se va a un nivel superior. “La ascensión entre cuerpo y espíritu se da ante todo en la experiencia mística” , así es que el hombre entra en contacto consigo mismo durante la experiencia mística. Durante el erotismo se tiene una conexión entre cuerpo y mente, entre alma y deseo, carne. Sólo hay que ver la escultura de “El éxtasis de Santa Teresa” donde se le ve literalmente en un goce carnal, con los miembros rígidos, en plena elevación y anulación del ser.
Eros se presenta en el misticismo como un mediador entre lo humano (lo terrenal) y Dios (lo divino), todo en un orden superior a lo sensible.
Se puede decir que el lenguaje erótico en un poema místico tiene doble servicio: el de presentar una experiencia más allá de lo humano de modo tal que sea comprensible y el que se use el lenguaje erótico como artilugio poético para expresar belleza y un amor a tal grado que se pierde la conciencia del mundo, eso es la búsqueda y el encuentro con lo divino para San Juan de la Cruz.

Bibliografía

- López Castro, Armando, "Hacia una espiritualidad erótica en San Juan de la Cruz", Cuadernos hispanoamericanos, sept. 1997, pp. 97-110.
- Sesé, Bernard, “Poética del sujeto místico según San Juan de la Cruz”, Hermenéutica y mística: San Juan de la Cruz, editores: José Ángel Valente y José Lara Garrido, Tecnos, Madrid, 1995.
- Nieto, Jose, Fray Juan de la Cruz, poeta del amor profano, Swan, Madrid, 1988.

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